“En el último censo realizado, teníamos 300 lobos en Portugal. Pero en la actualidad, no conocemos las áreas donde habitan los lobos y sabemos que hay manadas que han desaparecido”, dice el profesor Francisco Petrucci-Fonseca, presidente del Grupo Lobo, una asociación dedicada a la conservación del lobo y su ecosistema en Portugal.
La presencia de lobos en la península ibérica es ancestral, tanto como los mitos y miedos de la población en relación a este depredador, que llevó a su caza sistemática y a la desaparición de esta especie en buena parte de España y Portugal.
“A principios del siglo XX, los lobos todavía se distribuían a lo largo de todo el territorio portugués, especialmente al norte del río Duero, en las zonas montañosas del Miño. Hoy en día, se estima que únicamente hay lobos en el 20% del territorio que ocupaban originalmente”, explica Petrucci-Fonseca.
En España, la persecución humana estuvo a punto de extinguir a los lobos en los años 70. Gracias al divulgador científico y naturalista Félix Rodríguez de la Fuente, la tendencia se invirtió. Así se explica en el informe de 2017 Por la convivencia del hombre y el lobo, realizado por el Voluntariado Nacional para el Censo del Lobo Ibérico y el Observatorio de la Sostenibilidad, en el que se indica cómo Rodríguez de la Fuente provocó la modificación de la Ley de Caza en España, pasando a ser considerada una especie regulada mediante un régimen de vedas anuales.
Hoy se estima que hay algo menos de 300 manadas de lobos en España, según el último censo del Ministerio de Agricultura, pero no hay unanimidad respecto al tamaño de una manada, puesto que se suele considerar de entre 8 a 10 ejemplares. Sin embargo, Ángel Manuel Sánchez, biólogo y coordinador general de VNC Lobo, considera que "los números reales oscilarían entre 3 y 5 ejemplares por manada, dependiendo de la zona, de la disponibilidad de alimento y de los hábitos de los propios lobos".
Actualmente, la gran mayoría de lobos habitan al noroeste de nuestro país, sobre todo en Castilla-León, Galicia, Cantabria y Asturias.
El Grupo Lobo, en Portugal, fundado en 1985 tras la aprobación de la ley que prohibía tener lobos en cautividad, vela por la continuidad de esta especie. Gracias a la iniciativa de Francisco Petrucci-Fonseca, profesor en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Lisboa, y Robert Lyle, británico y defensor del medio ambiente.
La misión de esta asociación es conservar el lobo y su ecosistema en Portugal, así como promover el interés de la opinión pública por el lobo y poner en marcha las condiciones legales, ecológicas y socioeconómicas indispensables para la conservación efectiva de la población lupina. Una misión urgente teniendo en cuenta las amenazas a las que se enfrenta el lobo.
En España, el Voluntariado Nacional para el Censo del Lobo Ibérico colabora con el Grupo Lobo, además de trabajar con otras asociaciones como Zoo Logical, Lobo Marley o Ecologistas en Acción.
Dos años después de su fundación, el Grupo Lobo creó en Portugal el Centro de Recuperación del Lobo Ibérico en Mafra, donde reciben y cuidan a los lobos que no pueden volver a vivir en libertad. “En este centro recibimos ejemplares heridos, en cautividad o de zoos con exceso de animales. Son animales que no pueden vivir en libertad, porque han nacido en cautividad o han tenido mucho contacto con los humanos, lo que les imposibilita su vuelta al hábitat natural”, explica Petrucci-Fonseca.
El Centro de Recuperación del Lobo Ibérico CRLI ocupa un área de 18 hectáreas, donde hoy habitan 13 lobos. Un espacio que ha crecido al tiempo que empezaron a recibir peticiones para que recogieran a más ejemplares de este depredador.
"Con el tiempo, según crecía nuestra actividad y nuestra capacidad nos lo permitía, fuimos comprando terreno alrededor hasta alcanzar el tamaño actual”, explica el presidente de Grupo Lobo.
Cuando llegas al CRLI, encuentras un enorme espacio verde poblado de árboles, en el que se levantan tres edificios de madera que albergan la recepción, una tienda e instalaciones para el alojamiento de los voluntarios, además de una zona administrativa. El resto del espacio se divide en territorios en los que viven los lobos.
“Tenemos varios territorios cercados de cerca de una hectárea cada uno, en los que siempre viven dos lobos, un macho y una hembra, como vivirían en su hábitat natural,” cuenta Sara Loureiro, bióloga y miembro del equipo permanente del centro. Aunque viven en parejas, estos lobos no se reproducen ni crean manadas como si estuvieran en libertad: “La función de este centro no es recuperarlos o ayudarlos a reproducirse para después dejarlos en su hábitat natural, porque no sobrevivirían tras vivir en cautividad o tener contacto con los humanos. Así que esterilizamos a las hembras. Siguen el comportamiento y los rituales de apareamiento, pero no se reproducen”, explica la bióloga.
La función del centro es salvar a los ejemplares que viven en cautividad o que llegan heridos y garantizarles una vida lo más parecida a la que tendrían si vivieran en su hábitat. Al mismo tiempo, es un área de información y concienciación para la sostenibilidad de la especie. Un trabajo que en muchos casos se hace en colaboración con entidades oficiales.
“Controlamos las manadas y las poblaciones de lobos y participamos en el nuevo censo nacional del lobo en los próximos dos años. Además, tenemos varios proyectos para el control, educación y sensibilización sobre la investigación ecológica, siempre con el objetivo de preservar la especie”, afirma Petrucci-Fonseca.
Pero lo cierto es que el lobo ibérico sigue en peligro de extinción. Las amenazas a sus hábitats siguen existiendo, muchas de ellas difíciles de combatir. “De todas ellas, la amenaza humana es la más peligrosa. Sigue perexistiendo la caza furtiva y el envenenamiento sistemático. Y aunque está protegido por ley, no hay una sola condena. Además, los espacios donde pueden constituir una manada son cada vez más reducidos debido a la construcción de presas, carreteras y al aumento de las explotaciones agrícolas", asegura Petrucci-Fonseca.
Además "en Portugal el lobo está protegido y es una especie en peligro de extinción, pero en España, donde también está protegido, hay regiones en la que está considerado como una especie cinegética, es decir, ¡puede ser cazado!”, se lamenta Petrucci-Fonseca.
El centro se puede visitar, tener contacto con algunos ejemplares y conocer más la especie. Pero no está garantizado que se puedan ver los lobos: “Todo está pensado para el bienestar de los lobos y para que no sean molestados. No forzamos la presencia de los lobos y aparecen si ellos quieren. Viven escondidos en sus terrenos y solo aparecen si desean hacerlo o se sienten cómodos. A veces pasan semanas sin que veamos ninguno. Sabemos que están bien, que comen la comida que les dejamos, pero no aparecen,” dice Sara Loureiro.
Y tenemos constancia de ello. En silencio, recorremos el CRLI buscando a este depredador evasivo. Varios lobos nos observan escondidos tras los árboles, en la distancia. Después de insistir un poco, nos las arreglamos para interactuar con una hembra llamada Freita (foto de apertura del reportaje), una residente recién llegada al centro. Pero el encuentro es breve. Después de satisfacer su curiosidad, vuelve a esconderse en el bosque.
El Centro de Recuperación del Lobo Ibérico es una organización sin ánimo de lucro que vive de donaciones de personas interesadas en la conservación del lobo. El pequeño equipo permanente no alcanza a realizar todas las tareas diarias, por eso recurre al
trabajo de los voluntarios procedentes de toda Europa: “Además del trabajo diario con los animales, hay que hacer todo el trabajo de limpieza y mantenimiento del espacio, sobre todo la limpieza para evitar incendios, y todo el trabajo de reforestación de varias áreas. Y, afortunadamente, hemos tenido muchos voluntarios, sobre todo extranjeros, que vienen por períodos de dos semanas, algunos por el simple hecho de vivir la experiencia y otros como parte de sus estudios o prácticas”, afirma el presidente del Grupo Lobo. Y los voluntarios vienen de todo el mundo: Estados Unidos, Canadá, el norte de Europa, Europa del Este y España.
El presidente del Grupo Lobo es crítico: “Debemos cambiar de actitud, la forma en que organizamos y gestionamos los espacios. Cada vez nos alejamos más de la historia y costumbres de la vida en el campo, y es algo muy perjudicial para la conservación de los hábitats”.
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Conocimiento y conservación del lobo en españa
El Centro del Lobo Ibérico de Castilla y León en Puebla de Sanabria (Zamora) permite observar lobos en condiciones de semi-libertad, conocerlos y valorar la importancia de la especie como elemento dinamizador del medio rural (www.centrodellobo.es).
La Asociación para la Conservación y Estudio del Lobo Ibérico (ASCEL) es una organización sin ánimo de lucro para el conocimiento y divulgación del lobo en aras de facilitar la coexistencia con los humanos y promover su conservación (www.loboiberico.com). El VNC Lobo Ibérico es un proyecto con el fin de diseñar medidas para la conservación y restauración de su hábitat (www.censoloboiberico.org).