No me sigan, por favor
Un hombre de 24 años y 52 detenciones a sus espaldas, se sintió acosado una madrugada del pasado mes de noviembre durante una persecución policial. Dado a la fuga por la carretera de Valencia tras un presunto robo en Collado Villalba (Madrid), y con varias patrullas tras él, el delicuente llamó desde su teléfono móvil al número de la policía en varias ocasiones pidiéndoles que le dejaran de perseguir. “Por favor, no me sigan más”, dijo sin perder los buenos modales mientras conducía a gran velocidad y veía los destellos de los coches patrulla tras él. Desoyendo sus peticiones, finalmente fue detenido en un control de la policía antes de llegar a Tarancón (Cuenca), con una colisión final. El
tiempo es oro
El tiempo es oro, y nadie estamos para perderlo. Esto parece ser lo que pensó un vecino de Isla Cristina (Huelva), de 44 años, el pasado mes de julio cuando, cansado de perder tiempo para llegar cada día a la finca en la que trabajaba decidió buscar una solución que le permitiera acceder directamente a su lugar de trabajo. Pero no contaba con que la policía lo iba a sorprender un sábado a media mañana, brocha en mano y con un bote de pintura negra, convirtiendo la línea continua que separaba los dos carriles de una carretera en una línea discontinua, en un tramo calificado como peligroso.
Servicio exprés
Entregar cerca de 70 kg de cannabis a unos policías que están escondidos vigilando, es la gran hazaña que ha logrado un grupo de inútiles de Bondy, en la región parisina. El 23 de mayo de 2018, a las 20:30 horas, un equipo de la Brigada contra la Delincuencia se detuvo al volante de un vehículo camuflado. Ese día no estaban vigilando a los traficantes de droga, sino que se ocupaban de otro asunto. Pero, de pronto, un Peugeot 308 se acercó al coche en el que estaban los agentes.
Pensando que era un cómplice, el conductor del Peugeot, un parisino de 33 años que circulaba sin carné, anunció a los policías que venía para la entrega de “un cargamento”.
Los policías sometieron al individuo justo antes de que otro delincuente, al que también habían retirado el carné, apareciera al volante de un Renault Clio. “¡Escapa, es la pasma!”, le gritó el primer conductor.
El segundo también fue detenido. En el Peugeot 308 robado los policías encontraron dos fardos de 33,2 y 33,6 kilos respectivamente de cannabis.
Mala elección
En abril de 2018, dos jóvenes carteristas de 18 y 25 años estaban buscando víctimas en el centro de Dortmund (Alemania). A las seis de la tarde, descubrieron lo que pensaron que iba a ser un prometedor objetivo: una fiesta en un restaurante con multitud de bolsos desatendidos.
Lo que no sabían es que la fiesta era de agentes de policía especializados en carteristas, reunidos para la despedida al jefe del cuerpo. Dos de los invitados reconocieron a los carteristas en cuanto entraron en el restaurante, y en cuanto los delincuentes cogieron un móvil de un bolso, fueron detenidos.
Volved más tarde, amigos
Si el guinness de los récords clasificara este tipo de actuaciones, estos seis campeones de Montignies-sur-Sambre (Bélgica), se merecerían el Oro.
Alrededor de las 3 de la tarde de un sábado del pasado mes de octubre, tres delincuentes armados irrumpieron en una tienda de cigarrillos electrónicos. El gerente, Didier, sin perder el aplomo, tuvo una idea un poco loca: “Es mejor que vengáis a las 6:30”, dijo a la pequeña banda. “¡A esa hora habrá más dinero en la caja!”
Y funcionó… los ladrones obedecieron y se marcharon.
Didier avisó a la policía, aunque casi no le creyeron. Insistió y les convenció, explicándoles que no era un lunático.
Por su parte, los ladrones, impacientes, aparecieron antes de lo previsto. Didier se permitió el lujo de reprenderlos: “¡Pero bueno, a ver si compráis un reloj! ¡Las 5:30 no son las 6:30!” Y los ladrones volvieron a marcharse.
Cuando, una hora más tarde entraron por tercera vez en la tienda, la policía los estaba esperando. Los componentes del grupo, formado por seis ladrones en total, de los que tres eran menores, fueron detenidos.
Aunque la historia terminó bien, el fiscal advirtió, sin embargo, que no era un ejemplo a seguir: “Nos arriesgamos siempre, porque las cosas pueden degenerar en la toma de rehenes.”
Los tres adultos deberán ser juzgados antes de verano. Se enfrentan a una pena de entre 1 y 15 años de prisión. En cuanto a los menores, serán condenados a amonestaciones o trabajos sociales.
Todo por la fama
¿Qué no haríamos por tener un minuto de fama? En agosto pasado, un habitante de Agen (Francia), de 49 años, marcó el número de urgencias antes de insultar a la operadora de policía al otro lado de la línea. La historia no tendría mayores consecuencias si nuestro hombre no se hubiera grabado y hubiera subido la grabación a Youtube. En otro vídeo, se muestra tirando por la ventana de su casa, en un tercer piso, varios objetos a la acera. Identificado, detenido y juzgado por injurias a un representante de la autoridad, fue condenado a seis meses de prisión incondicional. El precio de la gloria, en cierto sentido.
Delincuente de palabra
Un individuo de 32 años fue detenido por la policía en Salamanca tras abordar a dos jóvenes una madrugada del pasado mes de noviembre a punta de cuchillo para pedirles su dinero, móviles y tarjetas bancarias. Tras apoderarse del dinero de uno de ellos, los jóvenes consiguieron apartar el arma y huir. Solo unos minutos antes del atraco, el delincuente había hecho una llamada telefónica a la policía advirtiendo de que un cajero se había tragado su libreta de ahorro y que como no le dieran su dinero iba a atracar a alguien. Y como hombre de palabra, cumplió.
Orgullo en las redes
El lunes de Pascua de 2018, un joven de 20 años circulaba por una vía con un límite de velocidad de 70 km/h en Amstetten (Austria). Ignorando este límite, aceleró su BMW hasta 220 km/h. Orgulloso de su hazaña sacó el móvil para grabar la carrera. Cuando volvió a casa compartió el vídeo en Instagram. Resultó una estupidez, porque no solo lo vieron sus amigos, sino la policía también. Sin embargo, no le pudieron quitar el carné de conducir, porque ya lo había perdido con anterioridad por exceso de velocidad.
Dejando pistas
El domingo 29 de abril de 2018, Chris Wirz conducía una bicicleta por la ciudad de Arbon (Suiza), cuando se le cayó la cartera del bolsillo. Cuando se dio cuenta, deshizo el camino andado para intentar encontrarla. Pero fue en vano.
Entonces se puso en contacto con su banco para bloquear las tarjetas. Desconcertado, se enteró de que una de ellas había sido ya utilizada para recargar una cuenta de iTunes. “¡Increíble! ¿Cómo puede ser tan estúpido?”, exclamó nuestro ciclista.
Magnánimo, Chris Wirz publicó entonces en Facebook un mensaje invitando al bobo a devolverle la cartera. Como nadie contestaba, 48 horas más tarde, puso la denuncia. “Vamos a recopilar todos los datos y seguir todas las pistas”, le aseguró la policía cantonal que contempló la posibilidad de presentar una demanda para poder solicitar a Apple la identificación y seguir el rastro hasta la dirección IP. ¡A día de hoy, Apple no ha respondido a la demanda! Pero entre canción y canción de iTunes, seguro que el delincuente escucha un pitido en sus oídos.
¡Disculpen! No sabía que estaba ocupado
La policía portuguesa detuvo un martes por la tarde en Castelo Branco a un hombre de 30 años por intento de robo en un banco. El joven, visiblemente disgustado, utilizó una serie de “bloques” de granito para romper las ventanas y conseguir entrar en el recinto, pero se quedó perplejo cuando se dio cuenta de que todavía había personal del banco dentro del recinto.
Estos inmediatamente alertaron a la policía. El agresor estaba casi paralizado en el lugar, sin saber cómo actuar, y fue detenido sin problemas por los agentes que llegaron rápidamente.
Como un gato encerrado
Es una historia digna de película de comedia. En Almancil, en el Algarve portugués, un joven de 23 años intentó robar en un supermercado, pero cuando entró por una pequeña ventana, terminó atascado durante toda la noche, siendo descubierto por la mañana. Eran las 7 de la mañana cuando el dueño fue a abrir el supermercado y los empleados se percataron de que había un asaltante en el sótano. El dueño inmediatamente cerró las puertas y salió a ver qué pasaba. Fue cuando se encontró con un hombre colgando, con las piernas fuera, sin pantalones, y el resto del cuerpo dentro del edificio.
Con la colaboración de Etienne Thierry-Aymé, Sylvie Castagnier, Olivier van Caemerbèke, Annemarie Schäfer, Mario Costa y Natalia Alonso.