Hoy sabemos que hay muchas cosas que no debemos hacer en la intimidad del dormitorio, como engullir una bandeja de comida rápida en vez de cenar debidamente, o convertir el dormitorio en una oficina con ordenador y teléfonos sonando, o ver una película de miedo antes de sumirnos en el dulce sueño de una noche de verano. Pero, ¿sabías que tu habitación, aparte de tu refugio, puede ser el escenario adecuado para realizar varias actividades que no exigen esfuerzo y que pueden ayudarte a tener una vida más larga y sana? Es cierto. Sigue leyendo.
1.Desayuna en la cama
Toma café y tostadas en la cama, y empieza el día despacio. Al contrario de lo que solemos hacer, no comiences la mañana acelerado. Los estudios indican que el riesgo de sufrir un infarto es mayor durante las primeras horas del día. Aunque la relación entre el estrés y las enfermedades cardiacas no está del todo clara, empezar el día con calma no solo protege tu salud, sino también tu mente.
2. Estira los músculos al levantarte de la cama
Por muy bien que hayas descansado, te despertarás con los músculos un poco entumecidos. Los expertos dicen que estirarnos por la mañana es un acto instintivo que beneficia la salud. Un estiramiento de cinco minutos del cuello, brazos, hombros, zona lumbar y pantorrillas mejora la circulación, fortalece las articulaciones y aumenta la flexibilidad. Te sentirás mejor y los músculos ejercitados te permitirán estar bien todo el día. Cuando te sientes ágil y flexible en vez de torpe y tenso, corres menos riesgo de sufrir lesiones.
3. Mírate desnudo en un espejo de cuerpo entero
Aunque estemos en forma, a la mayoría de nosotros no nos gusta observar nuestros cuerpos desnudos. Pero eso puede impedirnos notar cambios importantes, dice Ann Wertz Garvin, experta en fisiología del ejercicio de la Universidad de Wisconsin en Whitewater. “Mirarte desnudo hace que te familiarices con tu imagen habitual”, explica. “Así, puedes advertir abultamientos o zonas inflamadas que pueden ser señal de afecciones serias si persisten”. No te preocupes demasiado por algo que tenga un aspecto inusual, añade, pero no dudes en acudir al médico si no se quita.
4.Haz el amor
Un estudio con 918 hombres maduros realizado a lo largo de 10 años por investigadores de la Universidad de Bristol (Inglaterra), y de la Universidad de la Reina, en Belfast (Irlanda), reveló que el índice de mortalidad de los que hacían el amor una vez a la semana era un 50% menor al de los sujetos que tenían orgasmos menos a menudo. Durante el coito el cuerpo libera endorfinas (las hormonas de la “alegría”), y las hormonas del estrés caen en picado. Los músculos se fortalecen, la respiración se hace profunda, la circulación de la sangre aumenta y el dolor crónico disminuye. Y la pareja se beneficia: les entra sueño y queman calorías en cada sesión amorosa.
5.Un momento de paz
Si justo antes de dormir, en la intimidad de tu cuarto, te tomas unos minutos para rezar o meditar y pensar en lo afortunado que eres, tu salud mental y tu sistema inmunitario mejorarán. En su libro ¡Gracias! De cómo la gratitud puede hacerte feliz, Robert A. Emmons señala que las personas que dan gracias a Dios, al universo, a su familia o a su pareja, son menos propensas a padecer ansiedad, depresión, jaquecas, dolores musculares y otras manifestaciones del estrés. El último pensamiento que tienes antes de dormir es importante, afirma. Haz que valga la pena.
6.Duerme al natural
A pesar del deseo de acurrucarse bajo las sábanas, la tendencia natural del cuerpo es refrescarse durante el sueño. Los pijamas gruesos pueden ser incómodos e incluso despertarnos cuando se nos enredan en las piernas. Según la doctora Lisa Shives, miembro del Consejo Directivo de la Fundación del Sueño de Estados Unidos, dormir desnudo es un lujo saludable para las parejas cuyos hijos ya no viven con ellas (si aún tienes niños pequeños, una solución sencilla es poner un cerrojo a la puerta del dormitorio).
7.¡Que descanses!
Cuando duermes bien, se reducen tus niveles de cortisol, la hormona del estrés que regula el metabolismo del azúcar, las proteínas, las grasas, los minerales y el agua. Si duermes mal, tu metabolismo se acelera y hace que te sientas hambriento y fatigado, propenso a comer alimentos que engordan. Tanto a corto como a largo plazo, el déficit de sueño nos vuelve mentalmente lentos hasta un grado peligroso. Michael Breus, psicólogo clínico de Arizona que escribe un blog bajo el seudónimo de “el Doctor Sueño”, nos recomienda no intentar acostumbranos a vivir durmiendo pocas horas.
Pasar una noche en vela o una semana de cuatro horas de sueño al día puede hacer que tengas el mismo tiempo de reacción que una persona ebria. Estamos acostumbrados a renunciar al sueño y al descanso, pero al hacerlo deterioramos nuestra salud. Breus aconseja a los adultos hacer del sueño un ritual saludable, que apaguen la televisión y el ordenador una hora antes de acostarse, si es eso lo que tardan en quedarse dormidos.